
A lo largo del día siempre hay cosas que nos llaman la atención. Nos sorprenden por ser atrevidas, inentendibles, tiernas, avispadas...nos sorprenden.
Que el encargado del edificio se quede sentado en su puesto de trabajo con cara de "¿qué hago acá?" tan solo porque se colgó en el ascensor una nota donde se informa que los encargados no han cumplido con sus actividades laborales me enfurece. Tener en cuenta que ese encargado me cae mal me enfurece y sorprende más.
Que termine la sesión con Irma y me haga quedar cinco minutos más para que le suba los sandwichs que encargo para las cuatro y media de la tarde me sorprende.
Que Norma me cuente que estuvo triste todo el día por la muerte de este señor famoso, asesinado, violado, desnudado; me sorprende. Me indigna y me sorprende, teniendo en cuenta que es algo que pasa todos los días -y los noticieros nos lo hacen notar sobremanera- y no es ni más ni menos especial.
Que dos nenes vayan caminando felices de la mano por la vereda me enternece enormemente. Afortunadamente ese tipo de imágenes me enternecen y sorprenden.
Tener la suerte de llegar a casa en bici dos minutos antes de que se largue a diluviar me pone feliz y me sorprende.
Que me salga muy rica una cena y disfrutar cada bocado me da mucha satisfacción. Me sorprende y da mucha satisfacción.
Prender la televisión y que los medios antagonistas sigan teniendo las mismas discusiones patéticas de siempre me aburre. Me aburre terriblemente y me sorprende...aburrido como siempre me sigue sorprendiendo.

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